martes, 28 de febrero de 2012

La conclusión

Cómo generar un vínculo ameno entre dos personas que apenas se conocen y visualmente no se soportan
Cómo pensar que todo puede estar mejor aunque realmente no tengamos ni un solo indicio 

Venía pensando todo esto una tarde de sol que no tenía ningún otro detalle salvo ése, el sol mismo. De hecho sólo recuerdo esa pequeña referencia, ya que venía absolutamente inmersa en mis pensamientos. Cruzar la calle y mirar para todos lados. Caminar y mirar para todos lados. Menos para atrás, a no ser que sienta una persecución de algún desconocido. El hombrecito del semáforo tintinea, precaución quieta. Hay aventureros que necesitan cruzar en amarillo. Despacio y con ritmo, tranquilo. El ritmo puede ser veloz, pero tranquilo al mismo tiempo. Me da por salticar, saltico tres o cuatro veces y vuelvo a caminar. Si hace mucho frío, la mejor técnica para entrar en calor al caminar por la calle, es salticar con ritmo, como un ballet urbano. El ballet mecánico de los autos es diferente. Son bailarines que bailan solos y siempre quieren el protagonismo. No se soportan pero deben convivir, a no ser en las carreras de autos, que sí o sí debe haber un ganador. El ganador es una manera abstracta de llamar al exitoso, o también refiere a ése que adquirió –suerte mediante- de algo muy preciado a nivel comercial. Generalmente dinero y casas. No generalmente yates ni camiones de alta potencia. Algunas veces son viajes donde el devenido turista pasea por lugares de alto nivel turístico internacional, como París, o Copacabana si estuviésemos en la década del sesenta. De todas maneras ganar un yate sin disponer de una pequeña laguna para pasearlo es un hecho complicado. Debería investigar la industria de los yates para poder ponerlo a la venta a un precio razonable y deshacerme del monstruo de metal. O tendría que irme a vivir al yate para amortizar el gasto de tenerlo en el agua. Además sería extraño vivir meciéndome todo el tiempo como si estuviera sobre gelatina. Sin embargo, me gustaría dormir sobre gelatina de frutilla. Y usar de almohada la piel de un durazno.

viernes, 17 de febrero de 2012

Un miedo

Basta de niñas con los pelos sobre la cara que aparecen por detrás de uno reflejadas en un vidrio o en un espejo.
Esa sola idea –la de descubrir un alguien a mis espaldas- no me simpatiza en lo más mínimo.
Me imagino esa sensación muy seguido últimamente. Abro la puerta del botiquín del baño y cuando la cierro instantáneamente miro por sobre mi hombro, no esperando, sino temiendo esa fracción de segundo.
Sentada leyendo de repente alzo la vista y trato de penetrar los vidrios de la puerta con mis ojos, concentrada y conteniendo la respiración.
O si paro en una vidriera, recuerdo esa impresión, alzo la vista y la bajo, y creyendo ver algo vuelvo a subirla pero no hay nada, fue mi imaginación. Si me lo pregunto, estoy en problemas. Dudar sobre si vi o no vi me pone muy sensible.
De todas maneras creo que lo que más me perturba, es el factor sorpresa. En la confianza de mi hogar una aparición semejante puede hacerme reaccionar inesperadamente. Qué haría? Debería tratar de ser amigable en vez de reaccionar a los gritos y tomar un hacha de mi ático corriendo a la nada misma mientras una canción de los Bee Gees suena a volúmenes inhumanos? Debería invitarle un café, que me cuente cómo es el más allá y si puedo darle una mano en algo, si es que quizá le quedó algo pendiente por hacer? De repente puedo hacerle un bonito peinado y por lo menos, mejorar su aspecto, así cuando le toque aparecérsele a otros por lo menos no choca con su presencia… Quisiera estar preparada para una situación semejante, siempre es mejor sembrar amigos que cosechar intrigas fantasmales.
Lo que sí he decidido es que por un tiempo, sólo me voy a dedicar a ver comedias románticas.

lunes, 6 de febrero de 2012

Asentir

Ah, sí, sí, claro, bueno, por supuesto. Asentí. Lo que hago siempre. Dije todo eso, di la vuelta y me fui refunfuñando.
Yo no le dije nada, me callé la boca, no quise discutir, pero qué tontería. Cómo preferí esta situación. Cómo llegamos a esta instancia. En qué momento, qué circunstancia, qué oportunidad. Todas eran frases hechas para no ser contestadas. El silencio es mejor consejero. No en este caso, repliqué instantáneamente, con el dedo índice en alto. Qué ganas de volver cinco minutos atrás, qué ganas de derrotar la idea instalada, de quebrar la seguridad de juguete, de romper los mitos ya avalados. Cuántas mentiras dando vueltas por ahí como si no ocuparan ni un átomo de espacio en el universo. Así luego el aire se va llenando y a veces no entendemos por qué no podemos respirar ante ciertas situaciones, ciertos lugares, ciertos momentos. Lo abstracto ocupa lugar. Y vaya qué tamaños a veces!
Así iba masticando mi impotencia cuando me di cuenta que mi falta de respuesta tenía un motivo: es que me había hablado tanto, pero tanto tanto, que de repente las palabras comenzaron a sonar, hacían ruido, incluso las vi bailar; este recuerdo me hizo sonreír. Vi las letras que salían de su boca y se movían al sonido de un cha cha cha revolucionario, letras gordas, de molde, colores claros. Aparecían expulsadas por un motor loco de aliento y ese impulso les hacía mover los bracitos de color negro y manos de Mickey Mouse tan graciosamente!
Por supuesto, cuando volví al presente de la verborragia lo primero que me salió fue asentir automáticamente a todo eso que no tenía ni idea qué era. De repente toda la escena se había convertido en un dibujo animado, y yo la miraba con ojos bien redondos añorando mi taza de leche chocolatada.
En un lapsus de ida y vuelta recuerdo haber escuchado su voz, que súbitamente se convirtió en un remolino gigante y dorado donde las letras se zambullían para luego salir por el otro extremo, agitando alegremente su cuerpo aún mareado por el sacudón. Qué divertido era!!! Mi sonrisa comenzó a nacer feliz de brillar, hasta que un silencio cortó la catarata vocal e inmediatamente reaccioné: Ah, sí, sí, claro, bueno, por supuesto. Después de todo, qué me importaba lo que hubiese dicho, si todo ese monólogo frenético fue la mejor película animada que vi en vivo!