martes, 23 de junio de 2015

Quién hizo E.T.?


- Recuerdo que una noche estábamos cenando con Steven y le dije estar seguro que una película con extraterrestres sería un sensacional éxito. Era la moda de las de ciencia ficción y usar efectos especiales y naves sería una explosión de taquilla. El me miró serio mientras masticaba un trozo de bicharraco de mar y me dijo que iba a pensar sobre el asunto. Después de eso me despidió, unos días más tarde. Yo tenía problemas con mi pasaporte ya que había venido de Nicaragua hacía unos cuántos años y no había renovado mis papeles. Él lo sabía y creo que me jugó una mala pasada. Se ha tomado mi idea y me ha echado de patitas al agua! E.T. es mi hijo! Ha salido de mi mente y de mi corazón. Cada día me levanto y veo esos ojitos tristes que me dicen “Héctor... casa, Héctor... teléfono” y sé que debo luchar para darle a él la verdad que se merece, después de tantos años de mentiras y merchandising barato. Señor Juez, créame cuando le digo que yo sé lo que es ser un paria, como ha sido E.T. en esta película que el tal señor Spielberg se adjudica. Ese prodigio de otro planeta, pues me pertenece, y haré todo lo que sea necesario para darle un hogar en esta bendita América!.

- Silencio ya! - el juez, aburridísimo, golpeó el martillo contra su escritorio y se echó para atrás en el asiento, casi dispuesto a echar un sueñecito -. Suficiente, Sr. Pérez. Ya hemos oído bastante. - El juez mira su reloj -. Que pase el acusado y vamos terminando este asunto, qué diablos – le da un sorbo a la petaca que tiene bajo la toga y golpea el martillo otra vez -. Veamos señor... señor... cómo era? – el alguacil le dice algo al oído -. Oh sí, sí, cierto, Sr. Spielberg, claro. Adelante, por favor.

- Uuumh, bien, en realidad yo nunca he compartido ninguna comida con este hombre. Héctor ha sido simplemente mi chofer. Recuerdo que estábamos parados al costado de la carretera porque el auto se había averiado y mientras él cambiaba no sé qué cables yo comía la ensalada de atún que la productora me había dejado en la nevera portátil. En ese momento, oh, bueno, sí es verdad, él me dijo que hacer una película de ciencia ficción con extraterrestres sería muy atractivo para el público y que llenaría todos los cines del mundo, pero que coños! Yo ya estaba haciendo esa maldita película. Además ya había rodado “Encuentros cercanos del tercer tipo” con gran éxito. Por otro lado, yo no sabía que Héctor había nacido en África o algo así, ni mucho menos que tendría problemas de papeles, sino no lo hubiese contratado, diablos! Pero él ya sabía que yo estaba filmando E.T., cielo santo! Si oía mis conversaciones! Una tarde mientras me llevaba al set me dijo que el robot que encarnaba el papel de E.T. era muy parecido a él mismo de pequeño y que creía que era su reencarnación. Dios, pensamos que este hombre era un maniático y junto a los productores decidimos desafectarlo de su puesto. Estábamos realmente asustados. Cuando llegaba al set y veía desde afuera al muñeco, comenzaba a actuar extraño, como un zombie hablando en vudú o algo medio africano, o árabe quizás. Realmente temimos por el pobre robot, y por nuestras vidas, por supuesto.

- Okay, okay, Sr. Spielberg... - el juez vuelve a mirar el reloj y resoplando golpea el martillo. – Páguele al Sr. Pérez quince mil dólares y un tazón con una fotografía del dichoso muñeco y devuélvanlo a África o donde sea que quede ese bendito país. - El juez se levanta mientras se oye a lo lejos “soy de Nicaragua, de Nicaragua”, le pide un autógrafo a Steven y sale tambaleándose.

Extracto del juicio más ridículo del mundo “Héctor Pérez Echarpe c/ Steven Spielberg”