lunes, 26 de diciembre de 2016

El sueño de Felipe

La casa es quietud. Algunas hojas que afuera empuja el viento rompen el silencio cristalino de la noche.
En la penumbra de luna plateada, nos miramos muy cerca y su aliento dulce me acaricia el rostro.
Su mano regordeta me envuelve la mejilla mientras el otro brazo cuelga de mi cuello como el collar más suave que alguna vez pude imaginar.
En su mirada perdida puedo verlo, parado en el umbral de la puerta de los sueños, investigar con curiosidad todo lo que no pudo descubrir durante el día.
Como un oleaje que viene y va, sus ojos se abren y cierran acariciando su esencia pura de niño, haciéndole cosquillas en los piecitos con su espuma.

Yo también te am mam... Las palabras se van diluyendo en las redes del sueño y todo su ser se entrega a un viaje de descanso y fantasía.
Adentro de casa, somos nosotros sin mundo. Silencio. Amor. Pureza. Adentro mío, todo es movimiento e instinto.
Instantes de magia natural, tan únicos y tan para siempre.

Pienso en Spinetta y su plegaria, soñar felicidad.

En la calma nocturna, acaricio su cachete de buñuelo y lo observo sumergirse en el hechizo del sueño, mientras repasa en voz muy bajita una canción que apenas entiendo.


Joan Miró

viernes, 1 de abril de 2016

Ya no hay más



Pensé en salir a buscar a X luego de esperarlo muchas horas acurrucada en el sillón. Quería hacerle daño, quería que sufra de alguna manera, que sea él y no yo esta vez. Un tipo de naturaleza desvariada, un cínico de la vida, errante en su soledad.
Sus palabras melancólicas me envolvieron siempre. Es que yo logro ver su interior más profundo y reconocer su incredulidad para luego abrazarlo a pesar de nosotros mismos, a pesar del abandono que viene después.
Él es mi trampa, lo sé. No puedo resistir su necesidad de acapararme, de saberme la presa de sus monólogos sobre la existencia y el vacío. Queremos -quiero- subsistirnos a través de la carne para perpetuar aunque sea algo de nuestra -su- vida insignificante.
Y yo no puedo decirle nada, porque tiene razón en esa oscuridad que lo vuelve tan primigenio que es fuego y piedra al mismo tiempo y luego es aire que desaparece y sólo me deja el frío en la piel.
Me enreda en su verborragia desolada para desnudarnos y contenernos y yo trato así de darle una esperanza. El mundo gira y tanto pensamiento es polvo segundo tras segundo y la nada sobreviene con todo su peso sobre mí.

Finalmente me fui a mi casa. Ana estaba sentada a la mesa con media botella de vino barato y los ojos clavados en el almanaque que cuelga de la pared.
Me senté a su lado y fumamos juntas. Ella también se sentía desolada. Espera cosas, espera vida y soluciones, y nada llega. Así que prefiere emborracharse un poco y hacer crucigramas.

- Se levantó de la cama, se puso un jogging y un buzo y encima un sobretodo. Me dijo “tengo que irme” y me dejó sola en la cama, un minuto después de coger. Agarró un libro de Nietzche y se fue a la mierda.
Ana prendió un cigarrillo con la colilla y resopló. Me sirvió un vaso de vino. 
- Salud por los que quieren ser mejores y no pueden – se rió irónica y vació el vaso.

Yo miré el almanaque. Era una gran flor de color fucsia que se abría en primavera y el nombre de “Farmacia Burela” rellenaba los pétalos.
Darse al otro, ese fantasma reconocido y visto mil veces. Las ideas le traspasan el cuerpo, no hay contención posible y no hay permanencia de nada. No hay amor, ni odio. Es como un gris sin vida.
Me serví otro vaso y le di un gran sorbo. Ana se trabó en una palabra de ocho letras, cerró la revista con fuerza y la estampó contra la pared. Ella podía orientar todas sus frustraciones en un pedazo de papel barato. En cambio, yo estaba atrapada.
Luego abrió la ventana y el sonido de la noche llenó la habitación de vida.

- Salís al mundo todos los días pero nadie tiene cara! - se dio vuelta y me clavó la mirada -. Y el único que permite, por lo menos, que puedas mirarlo y tocarlo no sabe sentir nada cercano al amor porque sólo piensa en la fatalidad de la existencia, y usa joggins y sobretodo! - hizo un gesto de asco expresionista-. Ese amor que buscas, que buscamos, en realidad no sabemos si existe o no. Es imagen, fantasía, estupidez. Hoy no lo sabemos. Mientras, hay que arremangarse y escupir en la cara del que nos descuida.

Escupir, pensé. Es una acción tan pequeña pero tan representativa. Eso le haría, la próxima vez que lo viera. Y no lo abrazaría, ni tampoco me importaría salvarlo aunque se esté hundiendo, como siempre. La próxima vez sería diferente: ya ni sería la última.

- Salgamos. Vamos a ver las estrellas, las luces, los semáforos. Afuera hay un mundo enorme, vacío y hermoso para entretenerse.

Las calles vibraban. Nos tomamos de la mano y salimos. Corrimos calle abajo y no miramos atrás. Ya no hay más excusas.


Bea Nettles, World, from the series Tarot, 1975
                                                                   Bea Nettles